Os voy a dictar una serie de preguntas.

 

Darko Lukić

–Mi historia va sobre un padre y un hijo. El padre quiere hacerlo mejor de lo que lo hicieron con él, pero no sé muy bien cómo reflejar eso de forma dramática.

–Se me ocurre una cosa. A ver qué te parece. En algún momento el padre cuenta que recuerda cada una de las bofetadas que le dio su padre. Fueron tres. Él no cree que le hayan traumatizado, pero también piensa que no eran necesarias para educarle. Sin embargo, hay algo en los actos violentos que se transmite en cadena, de manera que quien los ha recibido, tiende a reproducirlos. Él lo sabe, y de hecho ya le ha dado dos bofetadas a su propio hijo. Estas las recuerda todavía con más nitidez que las que él recibió, porque le duelen más. Se ha propuesto mejorar lo que hizo su padre con él, pero sabe que está a una única bofetada de empatar esa marca simbólica. Un día –y esta es la escena clave–, su hijo le desafía y le hace perder los nervios. Sabe que merece la tercera bofetada. Está a punto de dársela, pero en el último momento se contiene. El hijo sabe que se la merecía, así que aprecia que se haya contenido y se disculpa sinceramente. Lo que ha estado a punto de separarles, finalmente les une.

–¿Eso se te ha ocurrido ahora mismo, Javier?

–Sí, al escucharte me ha venido la imagen.

–Guau.

–A ver, supongo que no ha venido de la nada. Conecta de algún modo con lo que yo estoy trabajando ahora. Pienso que la reducción paulatina de la violencia de generación en generación pasa por momentos de contención que sirven de catarsis. Hay que luchar contra la herencia recibida para pacificarnos a nosotros mismos y no transmitir esa violencia en forma de violencia. Si dejamos un mundo aunque sea una bofetada más pacífico de lo que lo encontramos, ya estaremos avanzando.

–Joder, qué interesante.

–¿Sí? ¿Te sirve?

–Claro que me sirve. Muchas gracias.

Entrar en la RESAD siempre me hace ilusión. A veces vengo a la biblioteca a estudiar o a escribir, y me gusta mucho el ambiente que hay en la cafetería, con toda esa gente joven llena de pasión por el teatro. Siento un poco de envidia porque me habría gustado estudiar aquí, pero también sé que cuatro años suponían demasiado compromiso para el momento vital en que estaba cuando me lo planteé, así que me alegro de tener a la escuela como amante y poder venir a talleres puntuales. El de hoy lo imparte Darko Lukić, que viene de la Universidad de Zagreb y ha estudiado a fondo el trauma colectivo en los Balcanes. Los compañeros han expuesto sus ideas para que las comentemos. Esta parte siempre me resulta muy enriquecedora. Ahora llega mi turno.

 

–Estoy escribiendo una obra sobre los abogados de Atocha desde el punto de vista de Alejandro, uno de los supervivientes. Alejandro claramente tiene un trauma muy fuerte, y eso le impide sentarse a escribir su historia. Me gustaría hacer un paralelismo entre su trauma y el del propio país, que tampoco se decide a contar su Historia.

–Sí, me gusta. El trauma individual tiene fuerza teatral pero sus ecos resuenan en el colectivo como sociedad. Hay un diálogo interesante entre ambas cosas.

 

    

Nikolina Zidek me traduce las palabras de Darko con una velocidad y precisión sorprendentes.

 

–¿Sí? ¿No es un poco paja de artista?

–No, en absoluto. Es una aspiración lícita. Quizá luego descartas la idea; la obra no siempre acaba contando lo que el autor pretende, pero hay que ponerse objetivos a modo de anzuelos que tiren del resto. ¿Cómo de avanzado tienes el proyecto?

–No he escrito mucho, pero tengo bastantes anotaciones de las entrevistas y las lecturas.

–¿Qué crees que te falta para ponerte a escribir?

–Me falta la conexión con el presente. Me gustaría conocer a algún abogado laboralista actual para saber qué luchas son las que apoyan en este momento.

–Sí, eso te iría bien. Aportará solidez.

 

Agradezco mucho su valoración y apunto algunas cosas que explica sobre el trauma desde un punto de vista fisiológico. Pienso que quizá me venga bien meter a un psiquiatra en la obra. Luego nos propone un ejercicio.

 

–Os voy a dictar una serie de preguntas que a mí me resultan útiles a la hora de comenzar a escribir una obra. Espero que os sirvan.

–Y tanto que me sirven.

 

Por qué es importante para mí

Es importante para mí porque me invita a la reflexión sobre un período que nunca he estudiado dentro del sistema académico, sino siempre a través del relato cultural y de los medios de comunicación, de modo que es una oportunidad de profundizar en esa etapa histórica fundamental para entender nuestro presente.

 

Por qué es importante para los demás

Es importante para los demás porque es un episodio histórico relevante de nuestro país. Diversos análisis coinciden en que la reacción del pueblo tras los atentados, seguida por el propio rey desde un helicóptero, fue decisiva para la llegada de la democracia. Sin embargo, he observado que muchas personas jóvenes muestran un total desconocimiento de los hechos.

 

Por qué es especial y diferente

Es especial y diferente porque se centra en la figura del último superviviente que queda vivo a día de hoy, todavía marcado por el trauma del ataque, y porque por primera vez trata el tema a través de una obra de teatro.

 

Qué deberá producir en el público

En el público deberá producir el efecto de espejo en el que se miren dos generaciones: aquella que vivió la Transición y la que nació ya en Democracia.

 

Sobre el título

El título provisional de la propuesta es “ATOCHA: El revés de la luz”. Pretende reflejar el esfuerzo colectivo que hay detrás del período democrático que vivimos, ese revés que muchas veces queda fuera de la vista de las generaciones actuales.

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